Museo de Navarra

Retrospectiva de José Ibáñez Viana en el Museo de Navarra

Título Retrospectiva de José Ibáñez Viana en el Museo de Navarra
Autor Fco Javier Zubiaur Carreño
Año 2002

Escrito en  por Fco Javier Zubiaur Carreño

Fragmentos de la presentación, en el Museo de Navarra, el 21 de marzo de 2002, de la exposición “José Ibáñez Viana”, artista polifacético natural de Milagro (Navarra, España)

Esta exposición dedicada a José Ibáñez Viana, condensa lo más representativo de la obra de este artista gracias a los fondos cedidos por su hermana Hortensia y por quien fue su amigo y protector Hans Duerr, que ha prestado para la ocasión varios cuadros guardados en París, los cuales en conjunto permiten recuperar del peligroso olvido la obra de este pintor y grabador, natural de Milagro, que desarrolló casi por completo su trayectoria vital lejos de su tierra, y al que la muerte nos lo arrebató tempranamente…

El artista en 1986

El artista en 1986

La última exposición de José, bajo el esperanzador título de El vuelo del ángel, tuvo lugar en la Sala de Cultura Castillo de Maya de la CAN, en nuestra ciudad, el año 1995, pero el artista, aquejado de una enfermedad irreversible, no pudo ver de ella sino un reportaje en vídeo, desde su habitación del Hospital de Navarra. Su ilusión, entonces, de exponer en este Museo se ve ahora cumplida. Gracias al comisariado de Iñaki Moreno Ruiz de Eguino y de autores que conocen a fondo su obra, como Juan Antonio García Marcos y del propio Hans Duerr, aquí presentes, que colaboran en el catálogo de la muestra, ha sido posible mostrar esta visión retrospectiva que condensa los poco más de veinte años de labor artística de José Ibáñez.

En 1972 realiza su primera exposición individual, en la Sala Doncel, de Pamplona, de la que fue responsable durante un tiempo, después de orientarse hacia el Arte con Antonio Eslava, aunque César Muñoz Sola y el crítico José Berruezo alentaron también sus aspiraciones, unas inquietudes que ya se manifestaron en el grupo Pamplona 72, donde compartió búsquedas con Marisa Irujo y Nekane Echeverría. Sus pasos se dirigieron a París, para estudiar Bellas Artes en su Escuela oficial, así como dibujo, disciplina sobre la que siempre insistió y que le acercaría al grabado. Comparte estudio con Michel André. “El empacho de información que entraba por sus pupilas le llevó a dejar aparcados los paisajes de claros tonos pastel, fortaleciendo su paleta con tonos ocres, para entrar en un mundo de figuras duras, en busca de la realidad social”, escribe García Marcos. Una realidad definida temáticamente “a distancia” mediante el garabato trágico de las gentes sarmentosas de la Ribera del Ebro, representadas durante su trabajo bajo el implacable sol bardenero.

El tránsito en su obra desde la figuración a la abstracción posterior coincide con su interés por el grabado, que crece impulsado por su profesor en la Escuela de Montparnasse, Jean Delpech. Su inicial derivación a las composiciones geométricas cambia radicalmente tras un viaje a Nueva York en que descubre las pinturas de Rothko, Gorky y Pollock, con su decidida orientación hacia especulaciones cromático-espaciales, no exentas de fuerza, pero que José personalizará en un momento –años 80- en que se siente atraído por una espiritualidad creciente, a la que da expresión más sutil tanto en grandes formatos pictóricos como en íntimas estampaciones. Al mismo tiempo llega su primer reconocimiento internacional, la Primera Mención Especial del jurado, por su grabado Silencio, en el Gran Premio Internacional de Arte Contemporáneo de Monte-Carlo, lo que le pone en contacto con Holanda, donde trabajará los años 1986 y 1987. En 1988, ese reconocimiento se convierte en definitivo al recibir el Premio del Conseil National de Mónaco por su obra Naturaleza muerta con mandolina, en el mismo Gran Premio de Monte-Carlo, recibiendo el galardón de manos del Príncipe Rainiero.

Establecido en Barcelona, ciudad que junto con París, Amsterdam y Pamplona, marca el discurrir principal de la vida de José, su pintura se intensifica con la luz mediterránea, de la que se sirve para dar a sus espacios cromáticos ese elevado tono cromático mediante el cual se aproxima a lo que con palabras es difícil precisar, porque estamos ante estados de carácter emocional, sensitivos y no intelectuales.

Todos los desplazamientos realizados en vida sirvieron a José Ibáñez para enriquecer su arte. Duerr nos lo presenta en su texto del catálogo como un hombre afanoso en su trabajo, siempre inquieto por nuevas experiencias, trabajador laborioso e investigador constante, de carácter positivo. De todos sus viajes obtuvo frutos. De Alemania trajo el rigor, la geometría de la Bauhaus y el misticismo. De Italia la claridad y la simplicidad formal de los Primitivos. De Nueva York la angustia que define el anonimato de la gran metrópolis. De Holanda la luz “eterna y divina” de los Grandes Maestros. Y de Londres la discreción, que junto con los colores intensos de su tierra navarra ribereña –Milagro- y su sensible temperamento le fueron conduciendo hacia una espiritualidad que el mismo pintor, consciente de ella, alimentaba con la lectura de los poemas de San Juan de la Cruz…

Imagen de la portada: José Ibáñez Viana fotografiado en su estudio de París Categoría: Crítica de ArteMuseología | Etiquetas: Arte contemporáneo de NavarraHans DuerrIñaki Moreno Ruiz de EguinoJuan Antonio García MarcosMilagro (Navarra).

Francisco Javier Zubiaur Carreño

Fco Javier Zubiaur Carreño nace en Pamplona (España), en 1950. En 1985 se doctora en Historia del Arte por la Universidad de Navarra con la tesis titulada “Los Pintores de la Escuela del Bidasoa”, dirigida por la Dra. Mª Concepción García Gainza. Recibe la máxima calificación.
Entre 1978 y 1990 es director de las Salas de Cultura de Pamplona y Burlada, dependientes de la Caja de Ahorros de Navarra. De 1981 a 1983 es Jefe del Servicio de Publicaciones de la Institución Príncipe de Viana, del Gobierno de Navarra, y entre 1985 y 1990 Presidente del Cine-Club Lux, de Pamplona, en cuya junta directiva había ingresado en octubre de 1970. Como parte de esta labor ha presentado en diversas salas de exhibición 200 filmes con la dirección de sus correspondientes debates.
En 1990, tras dos cursos como Profesor Asociado y Adjunto de Historia del Arte de la Universidad de Navarra, ocupa una plaza obtenida por oposición de Técnico Superior de Museos, convocada por el Gobierno de Navarra, siendo adscrito al Museo de Navarra. En 1991 inicia un periodo de servicios especiales para desempeñar el cargo de Director General de Cultura-Institución Príncipe de Viana, dependiente del Gobierno Foral, el cual finaliza en 1995. Desde entonces y hasta la actualidad, reincorporado a las tareas museológicas, ejerce de nuevo como Técnico Superior del Museo de Navarra, que dirige entre 1999 y 2002. Desde 1990 es Profesor Asociado del Departamento de Historia del Arte de la mencionada Universidad, compaginando esta tarea con la de museólogo al servicio de la Administración Foral, desarrollando en paralelo una labor investigadora en los campos de la museología, el arte contemporáneo (que se centra en el tema navarro y el cine), además de la etnografía regional.
En los últimos años de su dedicación docente a la Universidad de Navarra impartió las asignaturas de Historia del Cine y otros medios audiovisuales, y de Museología, en alternancia bienal. Jubilado en 2013, a partir de entonces se dedica a la investigación en los campos de su especialidad.

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